El camino espiritual que emprendí es la aventura más dolorosa y feliz que una persona puede experimentar e imaginar. Digo dolorosa porque conocerse asimismo no es una tarea fácil, tuve que silenciar mi ego para poder escuchar mi voz interior, aceptar mis aspectos más misteriosos que suelo negar, rechazar, esconder y feliz porque a través de la meditación puedo tener una vida interior que nace con la autoconciencia, con la facultad de decir YO y de marcar así la presencia de una identidad. Una vida interior que se apoya en sensaciones, emociones, afectos, sueños e intuiciones intransferibles que se fueron integrando con los aspectos que yo negaba y cuando acepte esa parte de mi comencé a sentirme más confortable conmigo misma. Hacer el curso de Inteligencia Emocional me enseño que el camino de la perfección existe, comprendí que se debe ser feliz y para eso fue necesario cambiar creencias que me limitaban, inclusive las más simples. Con esto que les cuento no q