EL PERDON



El tema que quiero hablarles hoy es el perdón y este es un tema del que se ha hablado y escrito mucho, quizás, esto se debe a que Nuestro Señor nos ha insistido mucho sobre este tema, porque a través del perdón logramos obtener la paz con Dios, con nosotros mismos y con los demás.

Sin embargo como nos cuesta perdonar hay un viejo refrán que dice que: a perdonar solo se aprende en la vida cuando nosotros hemos necesitado que nos perdonen mucho.

El perdón es como la lluvia que cae suave desde el cielo a la tierra. Es dos veces bendito; bendice al que lo da y al que lo recibe.

Algunas investigaciones han descubierto que algunas enfermedades podrían estar estrechamente relacionadas con el resentimiento causándonos distorsiones emocionales como ansiedad, amargura, frustración etc. Y esto termina afectando nuestra relación con Dios impidiéndonos nuestro crecimiento espiritual.

El primer paso que debemos dar para  perdonar a nuestro prójimo, es aprender  a perdonarnos a nosotros mismos. Muchas veces estamos verdaderamente  arrepentidos por algún pecado que hemos  cometido y le pedimos perdón a Dios y El nos perdona, pero somos nosotros lo que no podemos perdonarnos a nosotros mismos, Jesús no nos reprocha nada, pero Desea que experimentemos un cambio radical en nuestras vidas, quiere que comencemos  a confiar en su amor y en su perdón, que seamos humildes y misericordiosos con los otros, que no juzguemos con rigidez y dureza  a los demás. Vengan dice el Señor; y razonemos juntos: aunque sus pecados sean rojos como la grana, yo los dejare blanco como la nieve. Aunque sean rojos como el carmesí, yo los dejare como blanca lana.
Jesús al morir en la cruz  nos recalca  su amor perdonador, ese fue su máximo signo de amor morir por cada uno de nosotros, esto nos demuestra que su amor no tiene límites y que El está disponible para todos, especialmente para el pecador más grande.
Por eso debemos tener presente que el perdón a nosotros mismos significa la aceptación plena de nuestra historia, de nuestros pecados, de nuestras limitaciones y deficiencias, al tomar conciencia de esto podremos reconocer que debemos cambiar y reformularnos nuestra manera de pensar, de ver las cosas, transformar nuestro interior y proponernos cambios concretos.
El perdón hermanos es la clave de la paz. Pedro se acerco a Jesús y le dijo “Señor, ¿Cuántas veces pecara mi hermano contra mí y yo lo perdonare? ¿Hasta siete veces? Jesús le respondió “No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete” y si nosotros queremos ser constructores de la paz y una nueva civilización de amor hagamos como si fuésemos una computadora que borramos y cancelamos todas las ofensas y la eliminamos de nuestro disco rígido. No dejemos que el rencor, la falta de perdón contaminen todas las áreas de nuestras vidas y relaciones. El rencor es una puerta que dejamos abierta a Satanás para que entre y nos robe todas las bendiciones que el señor quiere darnos. Por eso entreguemos a Dios cada huequito de nuestra historia, donde pueda haber quedado un poco de polvillo de rencor y falta de perdón Dios lo limpie y ponga a cambio un espíritu perdonador. Solo así dejaremos crecer al Ser dentro nuestro y descubriremos que nos engañamos a nosotros mismos, que sufrimos tontamente, pero si somos buenos cristianos no nos culparemos por ello, pero tampoco debemos dejar que nuestros errores se repitan.
Queridos hermanos El perdón nos libera de ataduras que amargan el alma y enferman el cuerpo, el perdón no es olvido, no significa excusar o justificar determinado hecho, no es aceptar lo ocurrido con resignación, no es negar el dolor.
Perdonar no significa dejar de darle importancia a lo que sucedió, ni darle la razón a alguien que nos lastimo. El perdón simplemente significa dejar de lado nuestros pensamientos negativos que nos causan tanto dolor. Muchas veces  Pensamos que el perdón es  hacernos íntimos amigos de nuestro agresor y por tal motivo lo rechazamos. El perdón no implica eso para nada, el perdón es únicamente para cada uno de nosotros y para nuestro creador.

Muchas veces  para perdonar esperamos que la persona  que nos agredió cambie o modifique su conducta,  pero si esto no sucede nos resistimos a perdonar y esa falta de perdón nos ata a esas personas desde el resentimiento, nos tienen encadenados. Es necesario que el perdón se realice sin expectativas o sea sin esperar que nada suceda.  Porque si  estamos esperando que la persona que nos agredió acepte su error, si esperamos esa reacción, pues realmente no hemos perdonado de corazón, pues seguimos esperando un resarcimiento, una retribución, que nos paguen por nuestro dolor. Esto quiere decir que no hemos perdonado y que el Ego tiene el control de nuestras vidas, es nuestro Ego que a toda costa quiere cobrarle a nuestro agresor.
No existe nada ni nadie que pueda resarcirnos el dolor ocasionado en el pasado, solo JESÚS puede hacerlo. Perdonemos para que podamos ser perdonados, recordemos que con la vara con que medimos, seremos medido. Porque si perdonamos a los hombres sus ofensas, también nos perdonara a nosotros nuestro Padre Celestial, más si no perdonamos a los hombres sus ofensas, tampoco nuestro padre nos perdonara las nuestras. Perdonar y pedir perdón
Nosotros mismos nos daremos cuenta cuando nuestras heridas estén sanadas por Dios cuando al recordar eso que nos causo tanto daño no experimentemos enojo, ni dolor, ni vergüenza eso significa que estamos con paz en nuestro corazón.

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