Recomenzar
En este comenzar de una nueva vida, en
esta búsqueda de mi misma, en este comprender porque se enferma el
cuerpo, en este andar diversos caminos me he encontrado al borde del abismo y
lo primero que atine a hacer fue a escaparme, pero no lo hice, opte por una segunda opción meterme
en ese agujero negro del cual pensaba que no podría salir y sin
embargo aquí estoy escribiendo esto para contarles a Ustedes que leen
este blog que cuando uno transita una enfermedad, en realidad se esta
purificando. Empecé tomando conciencia y luego aceptando lo que me pasa y que
nadie más que yo soy la responsable de todo lo que me sucede, fue terrible
salir del lugar cómodo en el que estaba el de "VICTIMA"
para pasar a observarme y lo que observaba no era nada lindo
y ahí empecé a aceptarme como soy, imperfecta y vulnerable
pero también tuve una mirada más compasiva y comprensiva conmigo
misma, una mirada de amor. Antes creía que mi
felicidad dependía de los otros, hoy se que la felicidad son momentos
de alegría que empiezan y terminan, son
momentos instantáneos esos que nos traspasan el corazón y
roza con la locura de nuestra alma, esos que revolotean en la mente cuando las
mariposas se posan en el estomago, esos, esos.........
Y en este incesante ir y venir
he tenido muchos altibajos resbale
y caí, desistí y volví y aquí me encuentro
en este camino donde aprendo y desaprendo a vivir un centenar de veces,
buscando una nueva oportunidad, buscando sabiduría, paz
de espíritu y conciencia de mis realidades. A veces creo que estoy
cerca de llegar a la cima de la montaña y otras veces siento que mi horizonte
se aleja, esto me inquieta, no me deja en paz y entro en grandes conflictos
conmigo misma y trato de hacer alquimia con mis emociones y me sumerjo en un
mundo mágico que solo dura segundos, minutos, lo suficiente como para
saber que ese otro mundo existe y lo bastante para dejarme frustrada por no
saber absorber todo lo que aprendo. Y REZO
"OH Dios mío perdón por no
prestar atención y no reconocerte en las pruebas que estoy pasando,
por no percibir en el canto de los pájaros, en el murmullo del agua, en el
zumbido del viento y en el estruendo del trueno un testimonio de tu
unidad"
"oh Dios mío dame luz, te pido por
favor, inclino mi cabeza ante ti y te suplico dame luz para alimentar mi fe
y así en mis noches oscuras pueda decir que TE AMO Y GRACIAS".
Muchas veces siento
que avanzo dos pasos y retrocedo tres, tal vez sea porque
no es el momento justo, tal vez sea que no estoy lo suficientemente madura o
tal vez la vida sea esto avanzar y retroceder, pero esto no es lo que me deja
andar sin sombra, lo que me angustia son mis dudas de fe, a veces creo que esto
es un proceso de mi imaginación para apartar mi miedo a la muerte,
pero claro la vida es así, un constante viaje un constante ir y venir,
pueden variar los paisajes, puede cambiar la gente, se pueden transformar las
necesidades pero la vida sigue su curso y en esta instancia mi cabeza ya
es un remolino, no consigo estar aquí y ahora y me pregunto ¿quién
soy? ¿A dónde debo ir? ¿A dónde debo llegar? ¿Encontrare mi camino? ¿ Seré capaz
de interpretar lo que el universo quiere decirme? y solo se me ocurre pensar
que estas dudas están allí por algo, por
una única razón: es preciso cambiarlo todo y seguir para adelante, es
preciso que me entregue, que me deje guiar por mi intuición y
solo así se me ira esta sensación de desamparo y mi
alma estará en paz y estas palabras que vienen de mi interior como
una revelación diciendo “perdona y serás perdonado"
Les dejo un cuento para pensar:
El
Florero de Porcelana
El Gran Maestro y el Guardián se dividían la
administración de un monasterio Zen. Cierto día, el Guardián murió y fue
preciso substituirlo. El Gran Maestro reunió a todos los discípulos para
escoger quién tendría la honra de trabajar directamente a su lado.
- Voy a presentarles un problema-dijo el Gran
Maestro- y aquél que lo resuelva primero, será el nuevo guardián del Templo.
Terminado su corto discurso, colocó un
banquito en el centro de la sala. Encima estaba un florero de porcelana
seguramente carísimo, con una rosa roja que lo decoraba.
- Éste es el problema -dice el Gran Maestro
-resuélvanlo-.
Los discípulos contemplaron perplejos el
«problema», por lo que veían los diseños sofisticados y raros de la porcelana,
la frescura y la elegancia de la flor. ¿Qué representaba aquello?, ¿Qué hacer?
¿Cuál sería el enigma?
Pasó el tiempo sin que nadie atinase a hacer
nada salvo contemplar el «problema», hasta que uno de los discípulos se levantó,
miró al maestro y a los alumnos, caminó resolutamente hasta el florero y lo
tiró al suelo, destruyéndolo.
- Al fin alguien que lo hizo!!! - Exclamó el Gran
Maestro- Empezaba a dudar de la formación que les hemos dado en todos estos años!
Usted es el nuevo guardián.
Al volver a su lugar el alumno, el Gran
Maestro explicó:
- Yo fui bien claro: dije que ustedes estaban
delante de un «problema». No importa cuán bello y fascinante sea un problema,
tiene que ser eliminado.
Un problema es un problema; puede ser un
florero de porcelana muy caro, un lindo amor que ya no tiene sentido, un camino
que precisa ser abandonado, por más que insistimos en recorrerlo porque nos
trae confort...
«Solo existe una manera de lidiar con un
problema»: atacándolo de frente. En esas horas, no se puede tener piedad, ni
ser tentado por el lado fascinante que cualquier conflicto acarrea consigo.
Recuerda que un problema, es un problema. No
tiene caso tratar de «acomodarlo» y darle vueltas, si al fin y al cabo ya no es
otra cosa más que «UN PROBLEMA».
Déjalo, hazlo a un lado y continúa disfrutando
de lo hermoso y lo que vale la pena en la vida. No huyas de él... acaba con él.
El Gran Maestro y el Guardián se dividían la administración de un monasterio Zen. Cierto día, el Guardián murió y fue preciso substituirlo. El Gran Maestro reunió a todos los discípulos para escoger quién tendría la honra de trabajar directamente a su lado.
- Voy a presentarles un problema-dijo el Gran Maestro- y aquél que lo resuelva primero, será el nuevo guardián del Templo.
Terminado su corto discurso, colocó un banquito en el centro de la sala. Encima estaba un florero de porcelana seguramente carísimo, con una rosa roja que lo decoraba.
- Éste es el problema -dice el Gran Maestro -resuélvanlo-.
Los discípulos contemplaron perplejos el «problema», por lo que veían los diseños sofisticados y raros de la porcelana, la frescura y la elegancia de la flor. ¿Qué representaba aquello?, ¿Qué hacer? ¿Cuál sería el enigma?
Pasó el tiempo sin que nadie atinase a hacer nada salvo contemplar el «problema», hasta que uno de los discípulos se levantó, miró al maestro y a los alumnos, caminó resolutamente hasta el florero y lo tiró al suelo, destruyéndolo.
- Al fin alguien que lo hizo!!! - Exclamó el Gran Maestro- Empezaba a dudar de la formación que les hemos dado en todos estos años! Usted es el nuevo guardián.
Al volver a su lugar el alumno, el Gran Maestro explicó:
- Yo fui bien claro: dije que ustedes estaban delante de un «problema». No importa cuán bello y fascinante sea un problema, tiene que ser eliminado.
Un problema es un problema; puede ser un florero de porcelana muy caro, un lindo amor que ya no tiene sentido, un camino que precisa ser abandonado, por más que insistimos en recorrerlo porque nos trae confort...
«Solo existe una manera de lidiar con un problema»: atacándolo de frente. En esas horas, no se puede tener piedad, ni ser tentado por el lado fascinante que cualquier conflicto acarrea consigo.
Recuerda que un problema, es un problema. No tiene caso tratar de «acomodarlo» y darle vueltas, si al fin y al cabo ya no es otra cosa más que «UN PROBLEMA».
Déjalo, hazlo a un lado y continúa disfrutando de lo hermoso y lo que vale la pena en la vida. No huyas de él... acaba con él.
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