25 DE MAYO
Un 25 de mayo, hace casi 200 años, nacieron los primeros patriotas argentinos.
En una ciudad que apenas contaba con 400.000 habitantes, un grupo de hombres y mujeres decidió ser protagonista de su propia historia y generar un gran cambio. Eligieron el camino más difícil.
Optaron por dejar de recibir órdenes y aceptaron el desafío de ser libres e independientes.
Aquella revolución que hoy celebramos, puso en marcha un proceso que no tendría retorno: el de la independencia, el de escribir nuestra propia historia.
En casi 200 años, la realidad de nuestro país y del mundo cambió.
Atrás quedaron las batallas y expediciones que culminaron con la independencia.
Hoy es tiempo de otras batallas, sin las armas de antaño, pero con los mismos ideales, una nación libre, justa y soberana, que nos cobije en su vuelo, un pueblo que merece ser feliz. Tal como los patriotas de 1810 que vivieron el espíritu de la libertad, como una oportunidad de ser diferentes, pero participando en el concierto de las naciones del mundo. Una oportunidad para que los pueblos libres del mundo dijeran: "Al gran pueblo argentino salud". En este sentido el rol de la escuela es fundamental: debemos recuperar lo mejor de nuestra historia y tradiciones, y preparar a las nuevas generaciones para que hagan triunfar a la Argentina.
Esta vez nuestra lucha será contra la ignorancia, la desidia, la desesperanza. Ahora debemos librar la batalla del conocimiento.
Los nuevos patriotas no tendrán que alistarse en ningún ejército emancipador. Nuestras huestes serán los científicos, los técnicos, los artistas, los emprendedores. Todos los que queremos ver a la Patria fuerte, grande, donde su sólo nombre sea sinónimo de paz, de pan en cada mesa, de trabajo y dignidad, de sueños rescatados, de proyectos, de cansancio y satisfacción por el deber cumplido, de igualdad, de valores inherentes al ser humano.
Debemos ser capaces de reafirmar la grandeza de este suelo, que cobijó a nuestros abuelos, algunos de ellos que llegaron aquí con la esperanza de una vida mejor, que eligieron a la Argentina y la sintieron suya desde que pisaron por primera vez esta tierra.
Hoy Argentina duele, lo sentimos en los más profundo de nuestros corazones, pero es tiempo de empezar a cerrar heridas, de conjugar cielo, tierra y mar, pero juntos, cada uno desde su propio lugar, por más pequeños que nos parezcan nuestros actos, por mas solos que nos sintamos, siempre habrá alguien siguiendo nuestras huellas, para finalmente caminar a nuestro lado. Desde pequeños aprendimos que patria es memoria y sueño bajo la piel.
Aquellos patriotas de mayo de 1810 nos dirían: o se ocupan de construir su propio destino u otros lo harán por ustedes.
Mirando hacia delante tenemos un gran desafío. No nos dejemos caer en el abatimiento, que no nos gane la desesperanza.
Tomemos las siguientes palabras como nuestras:
Si algún golpe de suerte a contrapelo, a contra sol, a contra luz, a contra vida
entorna pájaro que quiebra el vuelo y te revuelca con el ala herida
y hay tanto viento para andar las alas tanto celeste para echarse encima
y pese a eso vuelve la mañana y está el amor que su milagro arrima.
Porque caerse y entregar las alas. Porque rendirse y manotear las ruinas,
si es el dolor al fin quien nos iguala y la esperanza quien nos ilumina
Abrí los ojos y tragate el cielo sentite fuerte y empuja hacia arriba.
Argentina lo necesita y por sobre todas las cosas, lo merece.
En una ciudad que apenas contaba con 400.000 habitantes, un grupo de hombres y mujeres decidió ser protagonista de su propia historia y generar un gran cambio. Eligieron el camino más difícil.
Optaron por dejar de recibir órdenes y aceptaron el desafío de ser libres e independientes.
Aquella revolución que hoy celebramos, puso en marcha un proceso que no tendría retorno: el de la independencia, el de escribir nuestra propia historia.
En casi 200 años, la realidad de nuestro país y del mundo cambió.
Atrás quedaron las batallas y expediciones que culminaron con la independencia.
Hoy es tiempo de otras batallas, sin las armas de antaño, pero con los mismos ideales, una nación libre, justa y soberana, que nos cobije en su vuelo, un pueblo que merece ser feliz. Tal como los patriotas de 1810 que vivieron el espíritu de la libertad, como una oportunidad de ser diferentes, pero participando en el concierto de las naciones del mundo. Una oportunidad para que los pueblos libres del mundo dijeran: "Al gran pueblo argentino salud". En este sentido el rol de la escuela es fundamental: debemos recuperar lo mejor de nuestra historia y tradiciones, y preparar a las nuevas generaciones para que hagan triunfar a la Argentina.
Esta vez nuestra lucha será contra la ignorancia, la desidia, la desesperanza. Ahora debemos librar la batalla del conocimiento.
Los nuevos patriotas no tendrán que alistarse en ningún ejército emancipador. Nuestras huestes serán los científicos, los técnicos, los artistas, los emprendedores. Todos los que queremos ver a la Patria fuerte, grande, donde su sólo nombre sea sinónimo de paz, de pan en cada mesa, de trabajo y dignidad, de sueños rescatados, de proyectos, de cansancio y satisfacción por el deber cumplido, de igualdad, de valores inherentes al ser humano.
Debemos ser capaces de reafirmar la grandeza de este suelo, que cobijó a nuestros abuelos, algunos de ellos que llegaron aquí con la esperanza de una vida mejor, que eligieron a la Argentina y la sintieron suya desde que pisaron por primera vez esta tierra.
Hoy Argentina duele, lo sentimos en los más profundo de nuestros corazones, pero es tiempo de empezar a cerrar heridas, de conjugar cielo, tierra y mar, pero juntos, cada uno desde su propio lugar, por más pequeños que nos parezcan nuestros actos, por mas solos que nos sintamos, siempre habrá alguien siguiendo nuestras huellas, para finalmente caminar a nuestro lado. Desde pequeños aprendimos que patria es memoria y sueño bajo la piel.
Aquellos patriotas de mayo de 1810 nos dirían: o se ocupan de construir su propio destino u otros lo harán por ustedes.
Mirando hacia delante tenemos un gran desafío. No nos dejemos caer en el abatimiento, que no nos gane la desesperanza.
Tomemos las siguientes palabras como nuestras:
Si algún golpe de suerte a contrapelo, a contra sol, a contra luz, a contra vida
entorna pájaro que quiebra el vuelo y te revuelca con el ala herida
y hay tanto viento para andar las alas tanto celeste para echarse encima
y pese a eso vuelve la mañana y está el amor que su milagro arrima.
Porque caerse y entregar las alas. Porque rendirse y manotear las ruinas,
si es el dolor al fin quien nos iguala y la esperanza quien nos ilumina
Abrí los ojos y tragate el cielo sentite fuerte y empuja hacia arriba.
Argentina lo necesita y por sobre todas las cosas, lo merece.
Se necesitan patriotas, está abierta la inscripción.
Comentarios
Grs por la visita.
Saludos!