CARTA A MI MISMA
Querida Silvina: Hace mucho tiempo que tengo ganas de escribirte, pero por una cosa u otra lo he ido dejando pasar, pero creo que este es el momento de escribirte y recordarte todo lo que has olvidado de cuando eras niña y me pregunto ¿por qué mataste esa niña que vivía en ti?. Entonces estoy emprendiendo la difícil tarea de resucitar a un muerto, un muerto en tu memoria, porque solo los muertos a través de la memoria pueden revivir y tengo fe y esperanza de que así suceda con vos. Te conozco desde hace 35 años, las primeras veces que nos vimos fue allá en mi querido barrio Colon en esas calles de tierra en la que nacimos las dos, donde las puertas se dejaban sin llave, donde por las tardes acostumbrábamos a sacar la mesita a la vereda para tomar mate, vos era una niña inquieta que corría de aquí para allá, que te gustaba jugar a la pelota con tus amigos y tu mama rezaba que eras una machota y que las niñas no debían jugar a la pelota, pero a vos no te importaba lo que pensaran los de